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2/12/24, 00:00

Productores de Mendoza buscan adaptar la Siembra Directa a cultivos regionales

Preservar la salud del suelo, reducir el consumo de agua para riego y los gastos en fertilización son algunos de los desafíos que esperan abordar estos productores en alianza con Aapresid.

Productores Mendoza - 1

Productores de distintas zonas de Mendoza se unieron ante las necesidades comunes de proteger la salud de los suelos, mejorar la eficiencia en gestión de recursos escasos como es el agua y la productividad de los cultivos regionales. Para esto apostaron a adaptar el sistema de siembra directa a cultivos como vid, frutales, olivos y pistachos, que históricamente se manejan bajo labranza

En palabras del productor Lucas Ilgevichus “en una reunión en el marco del Congreso anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, Aapresid, nos preguntamos por qué no copiar el modelo de la Siembra Directa (SD) en granos y llevarlo a la horticultura, intentando de esta manera, obtener los beneficios ya comprobados a nivel nacional”. 

Aapresid lleva 35 años promoviendo el cuidado de los suelos y los sistemas de producción sustentables, pero además ofrece espacios de intercambio de conocimiento e innovaciones tecnológicas que tienen gran flexibilidad de funcionamiento y capacidad de abordar problemáticas y desafíos técnicos y productivos comunes. Estos espacios son los grupos Regionales Aapresid, por lo que los productores decidieron constituir la Regional Aapresid Mendoza, la primera en la región. 

En los primeros encuentros se realizaron escuchas activas a los socios con sus problemáticas y se trabajó para ir incorporando técnicas y manejos de conservación y regeneración de los suelos y se comenzaron algunos ensayos en Siembra Directa de diferentes tipos de hortalizas y cultivos de servicios. 

Los desafíos en Cuyo

Uno de los grandes desafíos, es sin dudas la adaptación de la maquinaria para siembra directa. “Estamos adaptando sembradoras de forma “casera” por el momento, pero el mayor tema sigue siendo la gran variedad de calibres y formas que presentan las semillas de los cultivos hortícolas, así como la diversidad de estructuras de crecimiento de estos cultivos; nada que ver con la homogeneidad de especies como maíz o soja”, explica Lucas, hoy Vicepresidente de la flamante Regional cuyana y que trabaja en la zona junto a Fernando Ruggeri.

Otra cuestión a abordar es la búsqueda de alternativas que permitan maximizar los tiempos de cobertura de los suelos, sobre todo en verano. En esta línea, están incorporando cultivos como tomate o maíz blanco, este último con fines de cosecha o simplemente como cultivo de servicios, que destaca por su aporte de raíces estructuradoras del suelo, residuos de alto contenido de carbono y cobertura. 

“Entendemos que hay que poner mucha cabeza en cuestiones como la logística, e imaginación a la hora de combinar las múltiples opciones de ciclos de crecimiento que ofrece el abanico de hortalizas que manejamos”, explica Ilgevichus. 

En cuanto a malezas, los ensayos preliminares revelaron una notable disminución en la emergencia, todo esto gracias a la mayor cobertura del suelo durante el verano

Una cuestión clave es el manejo de la agua, un recurso estratégico en la zona, que mayormente llega bajo riego. “Estamos encontrando reducciones significativas en la necesidad de riego en planteos bajo SD, gracias a la mejora de la estructura del suelo y la cobertura”. 

“En el norte de Mendoza, la combinación de calor y falta de agua acelera el ascenso de  sales a la superficie del suelo, que suele requerir el lavado, aplicando grandes volúmenes de agua. Estamos viendo que con la SD se reduce mucho la afloración de sales, lo que evita la degradación del suelo y el desperdicio de agua”, adelantó el productor. 

Por último, esperan potenciar las ventajas de la siembra directa en el aporte de fertilidad a los suelos. “Los suelos de la zona tienen normalmente bajos contenidos de materia orgánica (de 0.1 a 0.5%), lo que exige grandes aportes de nutrientes vía aplicación de fuentes como guano, lo que representa un desembolso de 1 a 1.5 millones de pesos/hectárea para cada cultivo. Esperamos estos planteos de conservación de suelo nos ayuden a mejorar el contenido de materia orgánica y depender menos de estos insumos”.

Para cerrar, el productor cuyano advierte: “estamos convencidos de que este tipo de sistemas son el futuro por el gran aporte de materia orgánica, menor consumo de agua de riego, mejora la estructura del suelo, menor o casi nulo uso de herbicidas, bajos costos de producción, recuperación instantánea de lotes con baja fertilidad, mejor calidad alimentaria, huella de Carbono positiva, menos movimiento de maquinarias sobre el lote y económicamente más rentabilidad”.

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