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11/12/23 00:00

Fertilizantes de baja huella de carbono

Una firma mendocina desarrolla un biofertilizante a base de residuos de la industria frutihortícola que ayudaría a bajar emisiones de la agricultura.

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Según el inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero elaborado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, los fertilizantes sintéticos contribuyen con alrededor de un tercio de las emisiones brutas anuales de CO2eq de la agricultura. A lo largo de su elaboración, transporte y aplicación, fertilizantes como urea generan importantes emisiones de N2O, uno de los GEI presentes en la atmósfera. 

Nutrilanda es una firma con sede en Mendoza que aplica conceptos de Economía circular para transformar residuos orgánicos en biofertilizantes de alta calidad y generar una oportunidad de negocio circular. El desperdicio de frutas y verduras en América Latina es cercano al 50% de lo producido. Decidimos hacer de esto una oportunidad, y usar estos residuos como materia prima para producir compost, humus y aminoácidos libres”, explica Maximiliano Bordas, Director técnico comercial de la firma. 

“Producimos un biofertilizante líquido a base de lixiviado de humus de lombriz que contiene aminoácidos, polipéptidos de alta calidad biológica, ácidos húmicos y fúlvicos, materia orgánica activa, macro y micronutrientes, potenciado con microorganismos benéficos

A diferencia de los fertilizantes convencionales, que aportan los nutrientes directamente a las plantas, los biofertilizantes trabajan en la mejora de la salud y estructura del suelo y la absorción de nutrientes de manera natural, gracias a la acción de los microorganismos que contienen”, explica Bordas. 

En el último año, la firma produjo 4000 tn de biofertilizante, mayoritariamente destinado a cultivos hortícolas (ajo, cebolla, tomate, pimiento, entre otros.) y frutícolas (nogales, durazno, damasco, cereza).

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Foto. La Planta de biofertilizantes de Nutrilanda en Mendoza

Con la mirada en el futuro: biofertilizantes de baja huella de C para la agricultura extensiva

Hace ya 2 años la empresa incursionó en cultivos extensivos, con experiencias en fertilización de trigo, maíz, alfalfa y soja, entre otros. En esta línea, se sumó a la Chacra Aapresid Bioinnova, un espacio de interacción que reúne productores, empresas y especialistas para desarrollar nuevas oportunidades de bionegocios y capturar valor.

La firma analiza la posibilidad de replicar su planta y extenderse a nuevas regiones para reducir los costos de traslado y abastecer la producción agrícola con un producto de origen nacional, que reduzca la dependencia de fertilizantes importados, la huella de carbono y el impacto ambiental asociados a estos insumos. 

En este sentido, la firma tiene todavía un camino por recorrer, y hoy se encuentra ajustando  procesos de producción y cuantificación de performance mediante análisis de ciclo de vida (ACV), de manera de dar garantías de calidad, seguridad y menor huella de C para sus productos.

“Las firmas que integran Bioinnova se movilizan en busca de oportunidades de inversión que no solo sean un “buen negocio” sino que contribuyan al cuidado del planeta y en especial, a mitigar el cambio climático. Los biofertilizantes, aparecen como un ejemplo claro de este tipo de actividades”, explica Agustin Torriglia, Responsable Técnico de Desarrollo de la Chacra. 

Este tipo de innovaciones para la nutrición de cultivos resulta un “win-win” en materia de emisiones y oportunidades en mercados de carbono: por un lado porque se apoya en residuos que de otra forma se liberan como emisiones a la atmósfera, y a su vez permiten reemplazar, en parte, a insumos como la urea, de alta huella por su origen. 

Sin embargo, Torriglia advierte algunas cuestiones. Por un lado, estos bioinsumos son una herramienta más que complementa la nutrición de cultivos. Esto es importante de mencionar en un contexto como el de Argentina, donde la fertilización es en general baja y solo hay una reposición parcial de  los nutrientes que se lleva  cada cosecha, por lo que todavía contamos con brechas productivas para disminuir.

Luego, cuando se habla de reducir la huella de carbono o las emisiones en la agricultura, no sólo debe tenerse en cuenta lo que se emite al fabricar cualquier fertilizante, sino la práctica de fertilización en sí. “Un fertilizante mal aplicado a campo puede generar grandes emisiones, aun siendo de origen biológico, por lo que es clave avanzar en optimizar y ajustar la práctica de aplicación: como, cuando y donde”, cierra Torriglia.

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