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30/7/20, 15:10

Claves para optimizar la nutrición de maíz en la Región Pampeana

Martín Torres Duggan pasó por #AapresidComunidadDigital para hablar de estrategias de diagnóstico y fertilización en maíz ¡No te pierdas la charla completa!

El especialista en nutrición que estará presente en el XXVIII Congreso Aapresid de agosto próximo pasó por el espacio #AapresidComunidadDigital para compartir algunas claves para la optimización de la nutrición en maíz.“La misma debe partir de la evaluación integral de la fertilidad del suelo, considerando una perspectiva de relación suelo/planta”, adelantó.

Para ello es importante tener en cuenta que la eficiencia de utilización de los nutrientes no sólo depende de una adecuada disponibilidad en la zona de aprovechamiento de las raíces, sino de un adecuado funcionamiento físico y biológico del sistema suelo.  Así, en un suelo sin limitaciones, el cultivo puede maximizar la expresión del genotipo y el acceso a recursos abióticos.

Pero los problemas físicos como estructuras laminares y compactación – cada vez más frecuentes - reducen el acceso a recursos como agua y nutrientes y por consiguiente debemos tener una mirada lo más integral posible sobre la condición de fertilidad del suelo a la hora de analizar programas de fertilización. Si bien los procesos que regulan la dinámica de los nutrientes en el suelo son complejos, el profesional agrónomo dispone de herramientas para diagnosticar problemas de fertilidad y tomar decisiones. Estas van desde las más “tradicionales” como la observación del perfil y el análisis de suelo hasta las “herramientas de precisión” como el uso de sensores remotos portátiles o el análisis de índices como el NDVI.   

Diagnóstico y fertilización con N

En cuanto al diagnóstico de deficiencias nutricionales en maíz, Duggan empezó por el N, cuyo manejo es más desafiante por su dinámica en el sistema suelo-cultivo. La optimización de la fertilización con N tiene como premisa la mayor sincronía posible entre la oferta de N aportada por el suelo y/o la fertilización con la demanda del cultivo, que varía a lo largo de la estación de crecimiento.  A su vez, por lo dinámica que es esta relación oferta-demanda, el diagnóstico no debe ser estático, sino dinámico o “extendido” durante el ciclo, sobre todo en la ventana que va desde la siembra o emergencia hasta estadios vegetativos tempranos (e.g. V4-10).

La herramienta clave para tener una primera pauta de la disponibilidad de N al inicio del cultivo es el análisis de suelo y la determinación de nitratos y Nan. Este último nos permite estimar el N aportado por mineralización desde la MO a lo largo del ciclo del cultivo. Estos índices de disponibilidad forman parte de modelos de diagnóstico de distinto valor predictivo. En general, las curvas regionales que relacionan rendimiento con N disponible a la siembra suelen tener bajo ajuste, dependiendo del tipo de modelo, cantidad de observaciones, gradiente ambiental, entre otros aspectos. Por ejemplo, cuanto mayor es el gradiente ambiental explorado, mayor es la influencia de factores que reducen el coeficiente de determinación lineal (R2). La utilización de modelos de simulación agronómica (MSA) como el programa Maicero permiten establecer variables agronómicas específicas (serie de suelo, fecha de siembra, genotipos, condición hídrica, P extractable o azufre disponible, etc.) y generar curvas acotadas para ese set de variables.

Por otro lado, el uso de herramientas de sensoramiento remoto y el análisis del índice de verdor, NDVI, etc.  permiten evaluar el estatus de N del cultivo en estadios tempranos y la probabilidad de respuesta a la refertilización.

El uso combinado de análisis de suelo e índices de suficiencia de nitrógeno (ISN) determinados en canopeo en estadios vegetativos tempranos es la aproximación más eficiente para ajustar la fertilización nitrogenada, la cual es variable entre anos y dentro del mismo lote debido a interacciones con la oferta hídrica, la mineralización desde la MO e interacciones con el aporte de N de otras fuentes (cultivos de servicio, residuos de antecesores, etc.).    

Realizado el diagnóstico extendido para determinar la fertilización de base (ya sea a la siembra como la eventual refertilización en estadios tempranos), el paso siguiente es analizar la mejor estrategia de fuente (fertilizante), dosis y momento de aplicación. Los pilares de este manejo deben sustentarse en la maximización de la utilización del N por parte del cultivo, minimizando así las pérdidas hacia la atmósfera y/o las aguas subterráneas.  

Diagnóstico y fertilización con P

En cuanto al manejo del P se dispone del índice de fósforo extraíble (P Bray 1), que ha demostrado ser actualmente la mejor variable de diagnóstico en maíz y otros cultivos. Así, cuando se parte de un muestreo de suelos lo suficientemente intensivo (no menos de 40-50 submuestras por cada muestra compuesta asociada a cada unidad de manejo) puede llegarse a valores representativos de disponibilidad.

Este muestreo puede hacerse cada 2-3 ano y permite mitigar el problema de la elevada variabilidad del fósforo extraíble que se observa con muestreos tradicionales (20-25 submuestras/muestra compuesta).

En cuanto a la tecnología de aplicación, la mayor parte de los fertilizantes fosfatados presentan similar efectividad y eficiencia cuando se las compara a igual dosis de P y método de colocación. Sin embargo, existen mezclas químicas que por aportar nutrientes complementarios en la misma fertilización de base (como azufre o zinc) mejoran el balance y facilitan el manejo logístico.

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