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4/12/23 00:00

¿Qué características debe reunir el agua para la aplicación de fitosanitarios?

En un ping pong de preguntas y respuestas con el especialista Alejandro Brunori, la REM repasa los parámetros de pH, dureza, turbidez y salinidad que debe cumplir el agua para la aplicación eficiente de fitosanitarios.

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Una correcta aplicación de fitosanitarios requiere la armonización de múltiples factores para asegurar la eficacia y seguridad del proceso, siendo la calidad del agua uno de los elementos cruciales. Esta es fundamental ya que puede afectar la estabilidad, la eficacia y la compatibilidad de mezclas de ingredientes activos. Entonces, ¿qué características debe reunir el agua para la aplicación de fitosanitarios? La REM dialogó con el Dr. Alejandro Brunori, especialista en Terapéutica Vegetal (UNVM; EEA INTA Marcos Juarez) quien dio las claves a la hora de evaluar calidad de agua teniendo en cuenta su pH, dureza, turbidez y salinidad.

Hablemos de pH

-¿Cuál es el pH “ideal” del agua y qué efectos tiene sobre los fitosanitarios?

“El pH es una medida de la concentración de iones hidrógeno (H+) que tiene una solución acuosa. El efecto del pH sobre los fitosanitarios varía de un producto a otro. En general para aplicaciones se recomienda un pH ligeramente ácido, entre 5-6. Aunque hay productos que poseen mayor estabilidad a pH más altos, como sulfonilureas y triazolopirimidinas, mientras que otros lo hacen a pH más ácido (la mayor parte de los herbicidas ácidos débiles). Sin embargo, algunos herbicidas neutros (sin carga), fungicidas, insecticidas, o formulaciones tipo éster pueden hidrolizarse, es decir romperse, con pH mayores o iguales a 8. En estos casos, podríamos perder dosis antes de comenzar la aplicación en el campo”.

-¿Se puede conocer el pH del agua sin medirlo?

En algunos casos, la presencia de plantas acuáticas y algas en estanques o tanques australianos puede darnos la pauta de que estamos frente a un agua alcalina (pH>7). En fuentes de agua subsuperficiales el pH puede variar en función de la composición y formación geológica de los minerales que son atravesados por el agua en el subsuelo. Más allá de las generalidades, hay excepciones, y por lo tanto la medición es la norma”. 

-¿Se puede corregir el pH del agua antes de la preparación del caldo de aplicación? 

“Si, el pH del agua se puede modificar con la ayuda de correctores de pH. En primer lugar necesitamos conocer su valor inicial. Para esto existen instrumentos de medición que pueden ser tiras colorimétricas o peachímetros digitales. 

Para corregir el pH pueden utilizarse ‘acidificantes’ existiendo muchos en el mercado y de distintas presentaciones. Lo importante es determinar con la referencia de la etiqueta del producto la cantidad necesaria para corregir el volumen de agua. ¿Cómo sabremos si logramos el objetivo? No hay soluciones mágicas, volviendo a medir o utilizando el viraje de color de agua que generan algunos acidificantes”.  

-Si en la preparación de una aplicación necesito corregir el agua al 50% de la capacidad del tanque, ¿debo disminuir el pH pensando en el agua que voy a agregar al final para completar la carga? 

La respuesta es NO. Eso dejaría un medio muy ácido para el ingreso y la mezcla de los activos en el tanque. La corrección debe centrarse únicamente en el volumen de agua presente en ese momento”. 

-¿Cuánto tiempo debo esperar para que actué? 

“La reacción es prácticamente inmediata. Más importante que el tiempo es la agitación del caldo para que se logre un mezclado homogéneo del producto en el agua. Esto es un buen motivo para recordar que los agitadores siempre deben estar funcionando desde la carga del agua. Si el mezclado del corrector con el volumen de agua es lento, entonces requerirá mayor tiempo”. 

-En algunos casos se vio que luego de corregir el pH a 5, según las recomendaciones, cuando se agregó glifosato a dosis completa el pH descendió a 3. ¿Qué pudo haber pasado? 

“Si el glifosato no posee buffers que amortiguen el descenso de pH, el agregado de cualquier fitosanitario de reacción ácida contribuirá a acidificar el medio, sobre todo aquellos utilizados en mayor dosis como glifosato. Por este motivo, cuando se sabe que el pH no es muy alcalino y que se utilizará una dosis llena de glifosato, la corrección de agua por pH no es indispensable, ya que el agregado del producto estaría cumpliendo la función de acidificar. De todas maneras, se recomienda realizar la experiencia propia y medir los cambios de pH”.

-¿El pH puede afectar la compatibilidad de mezclas? 

“La respuesta es sí, por eso siempre se aconsejan valores en un rango entre 5 y 6 (levemente ácido). Cuando el pH del agua está por debajo o por encima del rango recomendado, en algunos casos, los activos pueden precipitar. El agua ácida (pH<5) puede afectar la estabilidad de las mezclas y producir pérdida de solubilidad de productos a base de sal. Estudios indicaron que la volatilidad de herbicidas como dicamba se incrementó debido a descenso de pH lo que comprometió su solubilidad en agua”. 

Dureza, otro parámetro clave

-¿Cómo afecta la dureza a los fitosanitarios?

“Este parámetro indica la concentración de iones de calcio y magnesio (Ca++ y Mg++) en miligramos por litro (mg/lt) o en partes por millón (ppm) de carbonato de calcio. Los elementos que presentan una mayor cantidad de cargas positivas, como el aluminio, hierro, manganeso, entre otros, suelen ser los más problemáticos. No obstante, en gran parte del país, los cationes más frecuentes son el Ca y el Mg, por ello, estos son considerados los más importantes en la determinación de la dureza del agua.

Muchos fitosanitarios que se ionizan en el agua y quedan cargados negativamente (como glifosato, hormonales, entre otros) pueden acomplejarse con estos cationes reduciendo la disponibilidad para el control de malezas. Dicho de otro modo, antes de comenzar la pulverización se está perdiendo dosis/ha. La dureza del agua puede afectar también la estabilidad de las emulsiones (concentrados emulsionables), y la suspensibilidad de formulaciones como polvos o granos mojables y suspensiones concentradas”.   

-¿Cómo saber si mi agua es dura?

En ocasiones, la simple observación de la presencia de sarros en cañerías y canillas puede ser una advertencia de la problemática de agua dura. Sin embargo, no deja de ser una aproximación. Hoy en día, la mayoría de las empresas que cuentan con correctores de agua y adyuvantes ofrecen servicios de análisis de calidad de agua de forma gratuita. En caso de que este servicio no esté disponible, se puede realizar el análisis en cualquier laboratorio que ofrezca pruebas de calidad de agua para la aplicación de fitosanitarios. Aunque este servicio pueda tener un costo, es una inversión que se recupera rápidamente

Para obtener una muestra de agua, simplemente se necesita una botella de plástico, preferiblemente de agua, con tapa, rotulada con el sitio donde se sacó la muestra, la fecha y datos de contacto. Evitar botellas de gaseosas y aguas saborizadas. Antes de tomar la muestra, es necesario enjuagar la botella tres veces con el agua que se va a muestrear. Al momento de tomar la muestra, la botella debe ser llenada hasta el tope para retrasar el desarrollo de microorganismos aeróbicos que puedan alterar las propiedades del agua. Luego, debe mantenerse en un lugar sombreado hasta que se entregue.

Para la interpretación del resultado de laboratorio hay que tener en cuenta la clasificación del agua según su dureza:

  • 0 a 60 ppm CaCo3: BLANDA
  • 61 a 120 ppm CaCo3: MODERADAMENTE DURA
  • 121 A 180 ppm CaCo3: DURA
  • >181 ppm CaCo3: MUY DURA

-¿Hay alguna herramienta que me permita medir la dureza del agua en el campo sin recurrir a un análisis de laboratorio?

Aunque existen tiras reactivas para determinar la dureza del agua (similares a las de pH), su eficacia y precisión puede ser limitada, especialmente cuando se trata de rangos altos de dureza. Lo más adecuado es la medición en laboratorio en distintos momentos del año. Esto nos permitirá conocer las características del agua que utilizamos con frecuencia”. 

-¿Por qué puede ser útil medir la dureza del agua en distintos momentos del año?

En años con precipitaciones escasas y recargas de suelo reducidas, las fuentes de agua subsuperficiales y superficiales tienden a concentrar el contenido de sales. Este fenómeno es bien conocido por los productores ganaderos. Por ejemplo, en tanques australiandos las sales no se evaporan junto con el agua, lo que resulta en su concentración progresiva a lo largo del tiempo. En general se recomienda corregir la dureza del agua a partir de 120 ppm de CaCO3”.

-¿Cómo se realiza la corrección de dureza? 

Existen adyuvantes ‘secuestrantes’ de cationes, que agregados al agua antes de la incorporación de los fitosanitarios son capaces de acomplejar estos iones positivos limitando su disponibilidad. En el mercado hay una gran variedad de productos comerciales, desde sulfato de amonio hasta productos pensados y desarrollados para este fin. Es común encontrar correctores de dureza del agua que también corrigen el pH. Esto es una virtud y también un posible problema ya que, si la dureza es alta, se requerirá de mayores dosis e indirectamente se reducirá el pH a niveles no deseados. Para esto es importante considerar correctores de agua que posean buffers, es decir adyuvantes que permitan corregir la dureza sin poner en riesgo el rango óptimo de pH. Es importante destacar que no siempre la capacidad de secuestro se detalla en las etiquetas de los correctores, pero es un derecho del usuario y una obligación del fabricante brindar esta información”.

Que la turbidez y salinidad no afecten tus aplicaciones

-¿Qué pasa si el agua es turbia, cómo afecta a los productos?

“La turbidez se manifiesta a simple vista como agua oscura, poco transparente, debido a la presencia de partículas sólidas de suelo en suspensión. Es esperable que el agua tomada de arroyos y ríos posea estas características. Algunos herbicidas como glifosato y paraquat pueden adherirse con fuerza a esos coloides suspendidos en el agua limitando su acción. Corregir la turbidez del agua es una tarea dificultosa. Se aconseja dejar reposar el agua para permitir la decantación de los sólidos suspendidos, y luego tomar el agua desde la superficie sin generar remoción. Si cuenta con agua turbia, puede considerar cambiar la fuente de agua por agua de pozo. Si esto no es una opción, se puede analizar cambiar el herbicida por otro con características de acción similares, pero que tenga menor afinidad por las partículas en suspensión (Koc). Los herbicidas con alta Koc como paraquat, diquat y glifosato limitarán su accionar en combinación con agua turbia”. 

-¿Y con respecto a la salinidad? ¿Qué hay que tener en cuenta?

La salinidad hace referencia a la totalidad de los minerales disueltos en agua. Aquí se incluyen todos los aniones y cationes, aunque sin especificar su identidad. En laboratorio se pueden determinar los sólidos totales disueltos (STD) en partes por millón (ppm) o en miligramos por litro (mg/l). En el campo, la determinación de la salinidad se puede realizar con medidores portátiles de conductividad eléctrica (CE), la que está directamente relacionada con las sales de la solución. En general, se recomienda utilizar aguas con CE menor a 500 µS/cm”. 

Al cierre, el especialista enfatizó sobre la importancia de corregir el agua y ajustar la tasa de aplicación según la complejidad de la mezcla, la técnica de pulverización y las condiciones meteorológicas. Sin embargo, aclaró que “en situaciones donde no sea posible corregir el agua, se aconseja evitar el aumento de la dosis de los activos y, en cambio, reducir la tasa de aplicación”. Esta alternativa disminuye el impacto de la calidad del agua en la eficacia del tratamiento y preserva la sustentabilidad del sistema en términos económicos, sociales y ambientales.

Para más información sobre estas temáticas consultar con un Ing. Agrónomo matriculado Asesor Fitosanitario.

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