29/11/24, 00:00
Bioinsumos y biocontroladores
¿Cómo funcionan? ¿Donde radica su efectividad? ¿Cómo se complementan con los fitosanitarios químicos más tradicionales? ¿Cuál es su potencial? Un repaso en esta nota.
Los bioinsumos son productos de origen biológico o natural obtenidos a partir de microorganismos, macroorganismos, extractos vegetales o compuestos bioactivos derivados de ellos. Según su acción específica se clasifican las siguientes categorías principales: biofertilizantes, orientados a proveer nutrientes u optimizar su uso, bioestimulantes, pensados para promover el crecimiento vegetal y la tolerancia al estrés; y biocontroladores, utilizados para la protección biológica de los cultivos contra plagas.
A nivel global, se proyecta que los bioinsumos alcanzarán el 24% del mercado agrícola para 2029, un incremento notable frente al 17,4% estimado para 2024, evidenciando un ritmo de crecimiento más acelerado que el de los productos químicos tradicionales. En Argentina, el mercado de bioinsumos también muestra un avance significativo. Según datos de CASAFE de 2023, estos productos generaron un valor estimado de 117,2 millones de dólares, representando el 2,6% del mercado total de fitosanitarios.
Mercado argentino de bioinsumos, fuente Casafe 2023.
Bioinsumos: la mirada de los productores
En 2024, la REM de Aapresid realizó una encuesta a nivel nacional, dirigida a productores y asesores miembros de la organización, para evaluar el uso de productos biológicos o bioinsumos en el agro. Los resultados revelaron que un 27.7% de los productores encuestados había utilizado algún tipo de bioinsumo en la campaña anterior. De este porcentaje, los bioestimulantes fueron los más empleados (58.9%), seguidos por los biofertilizantes (30.3%) y, en menor medida, los biocontroladores (9.8%). Los cultivos donde más se aplicaron estos productos fueron soja, con casi el 60% de su superficie tratada, y maíz, con un 20%.
Uso de productos biológicos, Fuente REM 2024.
Clasificación
El modo de acción de los bioinsumos es variado y multifacético. Pueden actuar directamente sobre las plantas, mejorando su nutrición mediante fijación de nitrógeno, solubilización de minerales o descomposición de residuos orgánicos, o estimulando el crecimiento a través de microorganismos promotores. Otros pueden contribuir a la protección biótica contra hongos, insectos, malezas y nematodos, usando mecanismos como biofungicidas, bioinsecticidas y bioherbicidas (Tabla 1).
Tabla 1. Clasificación general de los bioinsumos.
Biológicos: claves para su manejo
La aplicación de productos de origen biológico requiere un manejo preciso y cuidadoso para garantizar su efectividad. Pueden aplicarse de diversas maneras, como tratamientos al suelo mediante cobertura total o localización rizosférica; tratamientos a las semillas, ya sea durante la siembra o previo a esta, y como aplicaciones directas al cultivo en cobertura foliar.
En todos los casos, debido a su sensibilidad a factores externos como altas temperaturas, radiación directa o deshidratación, se recomienda realizar las aplicaciones en condiciones de baja temperatura y alta humedad relativa. Además, es fundamental seguir las recomendaciones específicas proporcionadas por las empresas fabricantes para asegurar la calidad y efectividad de la aplicación.
Es imprescindible que todos los bioinsumos estén debidamente aprobados y registrados para garantizar que cumplan con los estándares de inocuidad, asegurando calidad y efectividad en el control de plagas sin comprometer la salud humana ni el medio ambiente. Es importante destacar que algunos de estos productos pueden presentar múltiples mecanismos de acción, lo que requiere un registro independiente para cada uno de ellos. En este sentido, la Resolución 2023-1004, emitida el 12/10/2023, establece y aprueba el procedimiento específico para el registro de bioinsumos, proporcionando un marco regulatorio.
“Doble click” a los Biocontroladores
Los biocontroladores representan una herramienta innovadora y sostenible para el manejo de plagas agrícolas, incluyendo insectos, hongos y malezas. Si bien su uso en el país aún es incipiente, cada vez más empresas están desarrollando soluciones en este ámbito, destinadas a complementar la acción de los fitosanitarios tradicionales.
Entre las opciones disponibles se destacan las bacterias entomopatógenas, los virus - principalmente desarrollados como bioinsecticidas para ser pulverizados - y los hongos entomopatógenos y antagonistas.
Bacterias entomopatógenas:
Las bacterias son microorganismos unicelulares procariotas que pueden clasificarse como Gram-positivas o Gram-negativas. Las Gram-positivas, como las del género Bacillus, son más estables en procesos de producción y almacenamiento debido a su capacidad de formar esporas en condiciones adversas. Por otro lado, las Gram-negativas, no forman esporas, lo que las hace menos estables.
Producen toxinas utilizadas para combatir insectos plaga, ya sea desarrollándose dentro del insecto hospedador o produciendo toxinas que lo afectan. Entre las bacterias más exitosas comercialmente se encuentran las Gram-positivas del orden Bacillales (e.g., Bacillus thuringiensis, Lysinibacillus sphaericus), que destacan por su capacidad de esporular y generar cristales proteicos tóxicos. Otras familias relevantes incluyen Pseudomonadaceae (e.g., Pseudomonas fluorescens), Enterobacteriaceae (e.g., Serratia marcescens), y Clostridiaceae (e.g., Clostridium bifermentans). Además, bacterias como Photorhabdus y Xenorhabdus, que viven en simbiosis con nemátodos, generan metabolitos que facilitan la colonización del insecto huésped.
Virus entomopatógenos:
Se clasifican en dos grupos: los que tienen viriones embebidos en cuerpos de inclusión proteicos (OBs) y los que no. Los OBs son esenciales para conservar la infectividad del virus fuera del huésped, ya que son resistentes al agua, agentes químicos, congelación, desecación y liofilización. Entre las familias de virus con OBs destacan Baculoviridae, Reoviridae y Poxviridae, mientras que Iridoviridae representa a los virus no ocluidos.
- Baculoviridae: Se adquieren por ingestión y causan cambios en la coloración del insecto, desintegración de tejidos y ruptura de la cutícula. Única familia con registro en nuestro país actualmente.
- Iridoviridae: Infectan a través de la ingestión y provocan rupturas en la cutícula y membranas, con un efecto característico de iridiscencia.
- Reoviridae: Se adquieren por ingestión, favorecida por magnesio, y producen acumulaciones en el tubo digestivo.
- Poxviridae: Sus efectos varían significativamente entre hospedadores, con infección generalmente por ingestión.
Hongos entomopatógenos:
Infectan a los insectos al adherirse a su cutícula, formando un tubo germinativo que penetra al interior gracias a enzimas específicas. Una vez dentro, colonizan órganos, liberan toxinas que inhiben el desarrollo del insecto y finalmente provocan su muerte. Debido a su especificidad y selectividad, son inocuos para los humanos, insectos benéficos y el medio ambiente.
A continuación se describen los principales hongos y las plagas que controlan, siendo las primeras dos, las únicas que presentan registros en nuestro país, destinadas al control de Dalbulus maidis.
- Beauveria spp.: Produce conidias en una estructura de zigzag. Los insectos infectados desarrollan una cubierta blanca algodonosa formada por el micelio. Plagas que controla: Araña roja, mosca blanca, hormigas, trips, áfidos, insectos de cuerpo blando.
- Isaria fumosorosea: Colonias blancas que se tornan lilas al madurar, con conidias ovoides y micelio de apariencia polvorienta. Plagas que controla: Mosca blanca, áfidos, trips, ácaros, termitas.
- Lecanicillium lecanii: Forma conidios agrupados en cabezuelas rodeadas de sustancia mucilaginosa. Genera un micelio blanco que cubre a los insectos como un halo.
- Metarhizium spp.: Produce colonias verdes con conidias cilíndricas que maduran a un color verde oscuro.
- Hirsutella thompsonii: Micelio fino, con conidias globosas y superficie verrucosa, formando colonias de color gris oliváceo.
Control de hongo entomopatógeno.
Hongos antagonistas:
Los hongos antagonistas inhiben el crecimiento y desarrollo de hongos fitopatógenos, responsables de enfermedades en diversos cultivos. Estos emplean varios mecanismos de acción para controlar patógenos, como antibiosis, competencia por espacio o nutrientes, interacciones directas como micoparasitismo y lisis enzimática, además de inducir resistencia en las plantas. Son útiles para regular tanto patógenos del suelo como foliares en plantas.
La competencia entre microorganismos es un mecanismo común, donde los antagonistas limitan el acceso de los patógenos a recursos esenciales como nutrientes, oxígeno o espacio. En interacciones directas como el parasitismo, los hongos antagonistas utilizan al patógeno como fuente de alimento. Ejemplos destacados de hongos hiperparásitos incluyen Trichoderma sp. y Gliocladium sp., que actúan eficazmente mediante parasitismo.
Trichoderma sp.: Es un hongo filamentoso ampliamente distribuido en el suelo, plantas y materia orgánica. Actúa como fungicida biológico, estimulador del crecimiento vegetal y agente de biorremediación, capaz de degradar pesticidas persistentes. Se adapta a diversos sustratos, lo que facilita su producción masiva, y tolera condiciones ambientales extremas. Es un antagonista eficaz contra fitopatógenos como Rhizoctonia solani, Fusarium oxysporum, Botrytis cinerea y Phythium spp., entre otros.
Desafíos futuros
La encuesta realizada por la REM también permitió identificar las principales necesidades de los productores en relación con los productos biológicos, consultando sobre las cuestiones que favorecerian la adopción de este tipo de productos.
Uso de productos biológicos, Fuente REM 2024
Entre los aspectos más destacados de demanda hacia el sector se encuentra la necesidad de mayores investigaciones locales que evalúen su implementación y eficiencia en las condiciones específicas. Estas demandas reflejan el interés creciente en las tecnologías biológicas, pero también la necesidad de seguir avanzando en su desarrollo, validación y transferencia de conocimiento para lograr una adopción más amplia y efectiva.
Si bien los bioinsumos presentan múltiples beneficios, su implementación no está exenta de desafíos. A diferencia de los productos químicos tradicionales, su acción no es inmediata, sino más gradual y dependiente de las condiciones del ambiente y del cultivo, por lo que demanda un enfoque más preventivo y basado en procesos. Así, los especialistas en el tema aseguran que la clave para su éxito radica en comprender que los bioinsumos no reemplazan a los químicos, sino que los complementan.
En conclusión, los bioinsumos son una herramienta esencial en la transición hacia una agricultura más sostenible. Aunque su adopción requiere ajustes técnicos y culturales, su potencial para mejorar la productividad y reducir el impacto ambiental los posiciona como aliados clave en los sistemas agrícolas del futuro.
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