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Aumentar rindes sin aumentar el impacto ambiental: ¿se puede?
Sala:
11/08. Los bajos niveles de fertilización de Argentina, permitirán duplicar los niveles de nutrición de cultivos para cerrar brechas de rendimiento y sin riesgo ambiental.
En la tarde del segundo
día del 30°Congreso de Aapresid, Juan Pablo Monzón (CONICET) se refirió
a su último trabajo enfocado a brechas de rendimiento y brechas de nutrientes.
Para contextualizar, habló
de la fuerte tensión entre demanda y oferta en el mundo actual. Explicó que,
por un lado, hay una explosión en la demanda de alimentos debido a cambios
demográficos y dietarios. Las herramientas para reducir la demanda en el corto
plazo, disminuyendo las pérdidas, cambios en la dieta, etc. han demostrado muy
poco. Por otro lado, las tasas anuales de ganancia de rendimientos NO son
suficientes para satisfacer la demanda futura en la tierra cultivada
actualmente. Con lo cual, la única vía para cubrir la demanda es aumentar los
rendimientos. Respecto a ese punto, Monzón disparó “Satisfacer la demanda
futura de alimentos sin expansión masiva del área cultivada va a requerir de
una intensificación sustentable de los sistemas de producción de cultivos, de
tal manera que cada hectárea de tierra cultivada produzca cerca de su
potencial, minimizando el impacto ambiental y preservado los recursos
naturales, suelo y agua”.
Luego, el investigador
del CONICET definió el concepto “brecha de rendimiento” entendido como la
diferencia entre el rendimiento actual y el potencial. “Alcanzar un 70% del
rendimiento potencial es un objetivo razonable y viable económicamente”,
acotó. Poniendo algunos números de los principales cultivos de Argentina, indicó
que la brecha en maíz y trigo es de 41% y en soja 32%. Sosteniendo que el requerimiento
de nutrientes se incrementa con el nivel de rendimiento, mostró la respuesta de
maíz a la nutrición nitrogenada. “En un planteo sin riego, con 120 kg/ha de
nitrógeno (N) se logran 7,8 Ton/ha, y con 180 kg/ha de N el rendimiento
asciende a 10 Ton/ha. En un maíz regado en Nebraska (EEUU), el promedio actual
es de 13Ton/ha de maíz con 220 kg/ha de N. Esto demuestra una eficiencia media
de 60 kg grano por kg N, pero decrece con mayor rendimiento”.
“¿Es posible para
Argentina cerrar la brecha de rendimiento explotable, de una manera sostenible,
con el uso actual de fertilizantes?”, cuestionó Monzón.
Para responder esa pregunta, se valió del estudio que vienen realizando en
nuestro país junto a distintas instituciones, el cual demuestra que los
balances de nutrientes (promedio de dosis fertilizante – remoción de nutrientes
grano) en nitrógeno, fósforo y azufre en los distintos cultivos son negativos.
Al respecto, remarcó “Las dosis actuales de nutrientes no son suficientes
para cerrar la brecha de rendimientos y los balances de nutrientes sugieren
exportación neta en muchos casos. Cerrar la brecha de rendimiento, sin comprometer la
calidad del suelo, va a requerir de un aumento substancial en el uso de
fertilizante”. Validaciones que realizaron a campo indican que, un mayor uso de
nutrientes vía fertilizantes, permitieron aumentar los rendimientos de maíz
(15%), trigo (22%) y soja (13%).
Sumando soluciones
para maximizar los rendimientos y al mismo tiempo cuidar el medio ambiente, Antonio
Cavaglia (SURCOS) dijo “Un escenario limitante incentiva a ser más
eficientes con las herramientas que hoy tenemos, disminuir el impacto ambiental,
medirlo y cuantificarlo”.
Frente a ese desafío,
y poniendo sobre la mesa la problemática de malezas, la falta de ingredientes
activos nuevos, la tendencia de aumento de biotipos resistentes, sumado a las pérdidas
de productos en la aplicación, Surcos tomó el compromiso de medir y comunicar
la manera correcta en el uso de formulaciones, a partir de indicadores de
impacto ambiental.
Según explicó
Cavaglia, una de estas herramientas es el índice EIQ (Coeficiente de impacto Ambiental)
desarrollado por la Universidad de Cornell (EEUU), el cual organiza e integra, en
una plataforma on-line, la información relacionada con la toxicidad de los
productos. Da a los agricultores datos sobre los impactos de los fitosanitarios
sobre el ambiente y la salud de los consumidores y usuarios. Además, permite
tomar mejores decisiones en la elección de los químicos y dosis a usar.
El otro indicador es el RIPEST desarrollado
por la Catedra de Cerealicultura de la FAUBA. Concretamente es un modelo de
simulación que pronostica el riesgo ambiental del uso de fitosanitarios que
está acoplada con pronósticos meteorológicos, permitiendo saber, además, los horarios
más convenientes de aplicación. Según aclaró el representante de SURCOS, PRORIPEST
expresa los valores de riesgo ambiental a través de 4 indicadores
específicos: Riesgo agua superficial, Riesgo agua subterránea, Riesgo suelo y
Riesgo aire. Pudiendo
“El empleo de estos indicadores te permitirá ver la
toxicidad y el riesgo de los fitosanitarios, y seleccionar los herbicidas,
insecticidas y fungicidas que tengan el mejor comportamiento ambiental. No
todos son iguales”,
concluyó Cavaglia.
